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cubierto del peligro de ser descubierta por cualquiera, ya fuera amigo o enemigo. De
aquel laboratorio situado en un valle de los bosques procedían los instrumentos que
habían convertido al Cody en una figura legendaria entre los Marginados... una especie
de Paul Bunyan que combinaba una increíble destreza física con la más pura magia. Sólo
una figura así podría haber conseguido el respeto y la obediencia de los emigrantes de
los bosques.
Hobson, ¿está Burkhalter convenientemente oculto? O puedo yo...
Está oculto. Se está llevando a cabo una discusión, pero Selfridge no podrá encontrar
su rastro.
Muy bien. Esperaré.
El Cody cortó la comunicacion. Hobson envió su pensamiento, a través de oscuros
kilómetros de distancia, hacia otra docena de Mudos, desparramados por todo el
continente, desde Niágara hasta Salton. Cada uno de ellos estaba preparado para la
movilización secreta que, a partir de ahora, podría llegar a ser necesaria.
La tormenta había tardado en acumularse unos noventa años; cuando estallara, se
produciría un verdadero cataclismo.
Dentro del círculo de la discusión común, se producía una tranquila y completa paz que
unicamente un Calvo podía percibir. Burkhalter situó su mente entre los demás,
colocándola en su sitio, tocando y reconociendo brevemente a los amigos mientras
ocupaba su lugar en el cerrado circuito telepático. Captó la débil inquietud de Duke Heath
y de sus pensamientos. Después, la profunda calma del informe los abarcó a los dos por
completo.
Al principio, y desde las franjas exteriores del remanso psíquico, llegaron ondas y
corrientes de una ligera perturbación; eran las distracciones casuales inevitables en toda
sociedad gregaria y especialmente entre unos Calvos hipersensibles. Pero la purificación
de la antigua costumbre del confesionario no tardó en empezar a ser efectiva. No podía
haber barreras entre los Calvos. La unidad básica de la familia era mucho más completa
que entre los no telépatas y, por extensión, todo el grupo de los Calvos estaba unido con
lazos no menos fuertes, gracias a su intangible sutilidad.
Confianza y amistad: estas cosas eran ciertas. No podía existir desconfianza cuando
quedaba eliminada la barrera intermedia del lenguaje. La antigua soledad de cualquier
organismo altamente especializado e inteligente quedaba mitigada del único modo
posible: mediante una intimidad incluso más estrecha que la del matrimonio, que llegaba
a trascenderle.
Cualquier grupo minoritario se ve automáticamente perjudicado mientras mantenga
con integridad sus peculiaridades; eso lo hace sospechar. Solo que, durante toda su
historia social, los Calvos habían sido capaces de mezclarse en términos de igualdad con
el grupo mayoritario, conservando al mismo tiempo los estrechos lazos que les unían. Lo
que resultaba paradójico, puesto que los Calvos eran quizá los únicos que deseaban la
asimilación racial. Podian permitírsela, puesto que la mutación telepática era dominante:
los hijos de un padre Calvo y de una madre no telepática, o viceversa, eran Calvos.
Pero, a pesar de todo, necesitaban la seguridad y la calma que les proporcionaban
aquellas discusiones en mesa redonda; eran como un símbolo de la batalla pasiva que
los Calvos habían estado librando durante generaciones. En ellas, los telépatas
encontraban una completa unidad. Aquello no destruía ni destruiría nunca el vital intinto
de competitividad; más bien lo estimulaba. Se producía un intercambio. Y aquello también
era religión en el más puro sentido de la palabra.
Al principio, con unos sentidos que los no Calvos apenas podrían comprender, se
tocaba las mentes de los amigos, con delicadeza y sensibilidad. Había allí un lugar para
uno, y uno era bien recibido. Lentamente, a medida que se iba extendiendo la paz, uno se
aproximaba al centro, esa situación prácticamente indescriptible en espacio y tiempo, que
era una síntesis de mentes inteligentes y vitales. Solo por analogía se podía sugerir algo
de aquella situación.
Queda uno semidormido. Es como en el momento en que la conciencia regresa lo
suficiente como para permitir darse cuenta de que no se está despierto, pudiéndose
apreciar así la completa y tranquila relajación del sueño. Si se pudiera mantener la
conciencia mientras se duerme... eso sería.
Allí no actuaba ninguna droga. El sexto sentido es elevado a su más alto grado de
actuación, entremezclandose con los otros sentidos y tirando de ellos. Cada Calvo [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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